miércoles, 1 de agosto de 2012

Punto 04

Kagome, mientras, seguía delirando, perdida en un sueño intranquilo, oscuro y húmedo, en el que tan sólo por un momento había aparecido una enorme bola de luz rosada, cálida y agradable, que se apagó a los pocos segundos.

La madre de Kagome, llorosa, llamaba una y otra vez al servicio de urgencias, ratificando que "ya iban para allá"... Aquellas palabras siempre le parecían una simple excusa.

Ejem... - la voz rasposa de la vieja Kaede les asustó ; desde el porche la anciana les miraba triste, pero a la vez esperanzada, con una enorme bolsa en la mano y una copa en la otra.

Todos estaban asustados, no entendian que hacia esa mujer ahi con esa vestimenta tan extraña, pero al verla acercarse tan segura hacia Kagome no intentaron siquiera detenerla.

Rapidamente se presentó y explico que llevaba una cosecha especial de hierbas, nacidas magicamente en el lugar donde Inuyasha habia derramado sus lagrimas por Kagome, lo que seguramente sería una buena señal, posiblemente esas hierbas habrian surgido para curar el sufrimiento de Kagome, a lo que pidio rapidamente los utencilios necesarios para preparar la magica infusion.

Mientras tanto, Inuyasha estaba ya en la epoca antigua, corriendo desesperado entre los bosques, gritanto y maldiciendo a Kikyo por la accion tan vil que habia cometido. Gritaba que apareciese, que si habia tenido el valor de hacerle daño a Kagome lo tuviera para enfrentarlo.

De pronto, una cegadora luz se poso frente a el, distinguiendo solo una silueta. Kikyo!

La luz fue disminuyendo poco a poco e Inuyasha pudo distinguir su rostro con un semblante triste.

No puedo creer que me hayas cambiado por esa niña Inuyasha, crei que nuestro amor seria eterno pero me doy cuenta que en verdad todo fue una farsa, eres igual que todos, un hanyou mentiroso, pero ya tienes tu merecido, Kagome esta muriendo y solo yo puedo evitarlo...

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Inuyasha la miró con los ojos llameantes de furia, y, sin embargo, no podía echarse sobre ella.
Podría rasgarle la garganta, romper sus huesos... pero sólo era capaz de verlo en su mente, su cuerpo no podía hacerle daño alguno.

Estoy harto de tí y de tus estupideces! - gritó Inuyasha, resentido y ahogandose en sus entimientos más oscuros. - Aquello ya pasó, ya no hay NADA! -

Kikyô le miró dolida, pero sonrió triunfante, acercandose a él lentamente mientras acariciaba uno de aquellos pequeños espíritus que solían encargarse del trabajo sucio.

Si? Y porqué no me atacas? Porqué no acabas conmigo?... No será porque...

...sigues amándome desesperadamente? Sabes que nunca has podido olvidarme, que siempre me has llevado en tus pensamientos... que respiras este aire tan sólo por verme de nuevo...

Sonrió triunfalmente, mirándole con altivez mientras se acercaba cada vez más al hanyou...

Y mientras, la anciana Kaede se concentraba en la preparación de aquél brebaje...


Punto 05

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