miércoles, 1 de agosto de 2012

Prólogo

Un crujido rompió el silencio de aquel bosque, dormido en brazos de la oscuridad.

Un pequeño niño caminaba bamboleante entre los matorrales, apoyándose en ocasiones en algún tronco de árbol, boqueando como si le faltara el aire.

El cielo, nublado, no presagiaba nada bueno ; las hebras de luz desgarraban los pocos jirones por lo sque escapaban, intentando alcanzar la piel pálida que se escabullía entre las sombras.

Su corazón bombeaba con premura la sangre al cerebro, llenando sus oídos de incesantes tamborileos ; no podía escuchar nada más de lo que le rodeaba, así que paró por un instante, intentando calmar su respiración.

Le dolía intensamente la sien, y unos pinchazos molestos le recorrían la piel, como si su cuerpo la rechazara ; era una sensación desagradable, e intentó olvidarse de ella concentrandose en los sonidos y el olor de la noche ; húmeda, pegajosa, sofocante... Mil sensaciones batallaban en su cuerpo, y no lograba desprenderse de ninguna de ellas.

De pronto, la piel le dió un brusco tirón ; como si en cualquier momento fuera a resquebrajarse.

Asustado, echó a correr todo lo que pudo, eludiendo los jirones de sombría luz que se filtraba por cualquier resquicio.

Su respiración era cada vez más brusca, y su voz sonaba ronca, a pesar de que sólo podía emitir jadeos y algún que otro llanto resquebrajado.

Su mente, horas antes lúcida, se perdía en un oscuro laberinto del que no encontraba salida. Sonidos gorgoteantes y viscosos le llenaban los oídos, y el crepitar de la hojarasca y las ramas bajo sus pies, y los chillidos de los pequeños animales que se veían sorprendidos en medio de su sueño...

Llegó a lo que parecía un claro de bosque ; aunque no estaba seguro.

La mente y la vista se le nublaba al mismo tiempo, y sólo sentía cómo el cuerpo se le tensaba, a la vez que caía de cuatro patas y un aullido espeluznante gorgoteaba en su garganta ; el primero, muy bajo, sólo consiguió sobresalir a duras penas de su boca ; el segundo, aterrador, rompió el silencio, al tiempo que su piel se tensaba y desgarraba y un fino vello cubría su cuerpo.

La luz de la luna, purpúrea, le cubría enteramente, y del cuerpo que pocos momentos antes había sido el de un niño, enjuto y pálido, ahora era un hermoso, fuerte y sobrecogedor, LOBO!

Aullando, echó a correr, buscando presas de las que comer, mientras en la lejanía, los humanos dormían en sueños angustiados, con los aullidos llenando sus pesadillas...
Publicado por Eldaya en 04:48

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