miércoles, 1 de agosto de 2012

El calor de un hombre


Las sombras lo engullían parcialmente, pero la luz de la luna, que jugueteaba con sus cabellos, iluminó sus ojos brillantes, entrecerrados en una rendija, y su rostro, cetrino y pálido, se conmovió con una sonrisa displicente.

Snape la vió correr por el pasillo, con la cabeza gacha y los ojos llenos de lágrimas.

Entrebrió los labios para darle una desagradable orden, pero entonces le inundó el agradable perfume de la joven.

Aspiró profundamente, mientras se le cerraban los ojos. Se pasó la lengua por los labios, como si estuviera saboreando un delicioso manjar, y sintió cómo se le erizaba el vello del cuerpo mientras ciertas imágenes circulaban por su mente.

Gruñó unas palabras ininteligibles, y cerró la puerta tras de sí, mientras se dibujaba en su rostro céreo una sonrisa maquiavélica.

Caminó sigilosamente, sin dejar de seguir el rastro de la muchacha, a la que distinguió correteando por el jardín. Parecía que iba en dirección al bosque prohibido, y no tuvo más remedio que alegrarse por ello, porque entonces era carnaza segura, iba a hacer lo posible por reprenderla y que se arrepintiese de haber salido sola de los terrenos de Hogwarts, y a esa hora tan tardía de la noche.

-Jujujuju.... Gracias a esta mocosa, voy a quitarles 50 puntos como mínimo a los de su casa – sibiló con un deje de desprecio en la voz al pronunciar las últimas palabras.

Sin embargo, no sentía las acostumbradas ansias de derrotarla, o de castigarla; ni siquiera pensaba en un castigo adecuado para la chica. Sólo vigilaba cómo corría desesperadamente mientras se acercaba a la ribera del bosque, para al fin caer sobre sus pasos.

Se acercó a ella sinuosamente, con paso decidido y seguro.

Se paró en seco al tenerla a sus pies, observandola, y algo en su interior se revolvió; deseaba acogerla entre sus brazos, levantarla, llevarla en volandas hasta un lugar tranquilo, y allí, quien sabe....

Vaya, vaya.... ¡¡Señorita Weasley!!- dijo con tono imperioso pero a la vez suave. - ¿Qué cree que está haciendo aquí a estas horas de la noche?

Ginny se sobresaltó un poco cuando le oyó hablar, y lentamente se arrodilló sobre la hierba mojada, mientras hipaba. Las lágrimas no cesaban de caer, y aunque se restregara el dorso de la mano contra sus ojos, no podía hacer que parasen.

Giró lentamente el rostro hacia el profesor, y se lo quedó mirando, con los ojos enrojecidos y llorosos.

Snape la miró con turbación, pues esa mirada le había calado hondo. Dejó de pensar como un profesor agriado, y acercó su mano a la mejilla de la chica, de la que apartó suavemente un mechón de pelo rojizo, que caía libremente sobre sus hombros, enmarañandosele.

Se le acercó lentamente, y Ginny sintió que se ponía cada vez más nerviosa, Snape no estaba ni mucho menos tan fiero como siempre, ni desagradable. Parecía un hombre cualquiera, y eso la asustaba aún más.

El olor que exhumaba era penetrante, y al contrario de lo que siempre habían creído, el pelo suelto y lacio de aquel hombre olía a madera joven y a especias, a sándalo y hierbas de asia.

Aspiró profundamente aquel aroma, y se dejó llevar por lo que sentía su cuerpo, que estaba petrificado en aquel lugar.

Snape la cogió con fuerza, rodeandola con sus brazos, y la levantó sin apenas esfuerzo.

La atrajo hacia sí, mientras la guarecía entre su capa, Ginny notó la calidez de su cuerpo, y sintió lo fibroso de sus musculos. Se agarró con fuerza de su camisa, y cerró los ojos, concentrandose en el suave caminar de aquel hombre.

No tenía idea de adonde la llevaba, pero el caso es que no sentía temor alguno.

Abrió un poco los ojos para ver por dónde iban, creyendo que la estaba retornando al colegio. Seguramente la estaba llevando hacia su despacho, para desde allí llamar a la profesora Mc Gonagall, y decidir entre los dos el castigo adecuado.

Pero se sorprendió al ver que iban en dirección contraria.

Snape la abrazaba con fuerza, mientras se internaban en el bosque prohibido.

No podía creerlo, ese lugar estaba prohibidísimo (a pesar de que algunos alumnos se saltaban esa orden) , y Snape la estaba llevando hacia allí... ¿Acaso la querría dejar sola en el bosque, para que volviera a Hogwarts desde allí sin más compañía que los monstruos que vivían entre el ramaje y las sombras?

Se revolvió entre los brazos del maestro, intentando zafarse, pero él volvió a abrazarla con fuerza, mientras le susurraba algo que no creyó entender demasiado bien.

Shhhhh...Tranquila. No te voy a comer... Aunque... ojalá pudiera....

La voz con la que le susurró hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo, y unas rosquillitas muy agradables se apoderaron de su interior. Su cuerpo colgaba fláccido sobre esos robustos brazos, y aún así él la transportaba como si fuera sólo una pluma.

"Ufffff.... Debo estar loca para pensar ahora en eso!!!!!" – se dijo a sí misma, mientras apretaba los ojos con fuerza, intentando sacar de su cabeza los pensamientos pecaminosos que la estaban mordiendo.

Snape se paró en seco. La dejó con suavidad al borde de un tocón de árbol, y se sentó a su lado, en la hierba.

La miraba con aprensión, recordando en algunos instantes a Lily, la que fuera esposa de Potter, y que tan bien conoció en un pasado.

Apretó los puños con rabia, pensando en ella y en su triste final, razón por la que abandonó al que no debe ser nombrado.

Suspiró, y volvió en sí cuando notó cómo ella lo miraba fijamente.


Capítulo 03 Celos

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