miércoles, 1 de agosto de 2012

El amor y el deseo tienen múltiples caras


Ginny sentía cómo las manos expertas de Snape la acariciaban suavemente. Avanzaban sin remisión hacia sus muslos, y su cuerpo temblaba al saber que pronto iba a entregarse a él, sin oponer resitencia.

El olor del hombre que la enloquecía la embriagaba y embotaba sus sentidos, haciéndole olvidar todo lo que les rodeaba.

Solo estaban ellos dos, él llenaba sus pupilas con su presencia ; sus ojos oscuros y brillantes, su pelo lacio enmarañándosele al compás de sus movimientos....

Cerró los ojos y se deslizó lentamente hasta caer al suelo, donde Snape enterró su cara en su pecho, abrazándola con tal fuerza que creía que iban a crujir todos sus huesos.

Dejó que la tumbara en la hierba, besándola y mordisqueándola, y mientras, ella enredaba sus dedos en su pelo, guiándole suavemente por donde quería que la besara.

Una brisa fresca la acariciaba, robándole por unos instantes el ardor que la consumía ; el vestido se le pegaba desagradablemente a su cuerpo, perlado de gotitas de sudor, así que con dificultad intentó quitarse uno de los broches que sujetaban la tela a la altura de la cadera.

Snape le apartó la mano suavemente, y se dedicó a desenganchar el broche él mismo, mientras la miraba fijamente con ojos tranquilos, intentando que Ginny no se sintiera demasiado perturbada.

Le quitó el broche que quedaba, y los tiró despreocupadamente a su lado, sin fijarse demasiado por dónde habían caído.

Después, siguió jugueteando con sus manos, recorriendo la piel oliva de la chica, que gimoteaba de placer al sentir cada vez más cerca de ella al poderoso profesor, que se había deshecho de la toga, y quedaba con su acostumbrado traje oscuro, muy ceñido a su cuerpo.

Le sonrió con un gesto endiablado, surcando con sus ágiles dedos su cuerpo, avanzando por debajo de las ropas, alcanzando sus pechos pequeños pero firmes y suaves, que delineó con las yemas de sus dedos, resiguiendo las formas. Los cogió con suavidad, sopesándolos, jugueteando con ellos, y mientras, avanzaba con su lengua por su vientre, subiendo hacia aquellos pechos que se habían crispado al contacto de aquella lengua húmeda y viperina.

Mmm.... me encantan tus pechos... son tan suaves.. parecen bolas de algodón.... – suspiró mientras los agarraba y estrujaba de manera que no hería a la chica – Aaaahh... qué relajante.... ¡¡¡Son perfectas!!! – y llevó su boca hacia aquellos pechos, resiguiéndolos sensualmente, mientras ella seguía removiéndose bajo él, abrazándole y acariciando su enorme espalda, que reseguía con sus uñas, jugueteando con él.

Snape alzó la mirada para observar cómo ella le pedía más con susurros que morían en sus labios, y una sensación electrizante le recorrió de pies a cabeza. La besó mientras la volvía a estrechar con fuerza, como si quisiera fundirla en él, y siguió acariciando su piel, haciéndola arder cada vez más.

No dejó de lamer ningún rincón de su cuerpo, sintiendo que iba a estallar en algún momento, deseando cada vez más hacerla suya, estaba ansioso por oír sus gemidos y gritos, pero aún así siguió despacio, sabiendo que para ella era la primera vez.

Posó sus labios sobre sus muslos, recorriéndola con besos perturbadores, avanzando siempre un poco más, aunque muy lentamente, cosa que ponía a Ginny extremadamente nerviosa.

Su respiración se tornó abrupta, cuando Snape llegó a su meta.

Con los dientes mordió el pequeño tanga que llevaba, quitándoselo muy despacio. Ginny arañó la arena húmeda sobre la que estaba, intentando no temblar, aunque aquel hombre no hacía más que juguetear con sus nervios.

Snape, sin decir casi palabra, lamió su piel con ansias; arrancando de la garganta de Ginny gemiditos entrecortados. Llegó hasta su sexo, que latía casi dolorosamente.

Snape utilizó su lengua con maestría, mientras jugueteaba con sus dedos en aquél rincón que tanto placer le estaba guardando, llevándola suavemente a un orgasmo rápido e intenso.

Se irguió un poco, para poder quitarse el jubón, y Ginny, con el deseo tiñéndole las pupilas, le asió del mismo, arrancándole algunos de los botones

¿Uh? Qué sorpresa, señorita Weasley... Cuanta fuerza tienes, para ser una niña... - le susurró mirándola como una bestia observando a su presa. Se acercó a su oído para seguir susurrándole palabras algo más calientes - ¿Tantas ganas tienes de que te haga mía? ¿No tienes miedo de cuán grande sea mi.... ímpetu? – sonrió abiertamente. – Te voy a destrozar...

Un escalofrió cruzó su espina dorsal al oírle decir eso de una forma tan casual. Continuó desabrochándole el jubón mientras le mordisqueaba el cuello con ganas, él respondía mordiendo su oreja, cosa que le provocaba un gran deseo de tenerle.

Le sorprendía lo que su joven cuerpo podía llegar a experimentar, parecía que en cualquier momento iba a estallar, la felicidad la embargaba y casi podía creer que estaba enloqueciendo.

Le arrancó como pudo el jubón, tirando de él con fuerza, Snape siguió con la tarea sin dejar de reírse de una forma que a Ginny le causaba temor.

Buscó sus labios nuevamente, mordiendo y besando desesperadamente, moviéndose sinuosamente bajo el peso de aquel robusto cuerpo, que la tenía atrapada. Su piel relucía bajo el reflejo de la luna, y su pelo caía graciosamente en la hierba, formando una especie de corona alrededor de su cabeza ; se le enredaban en el cabello pequeñas ramitas y hojas secas, cosa a la que Ginny no daba ninguna importancia.

Sus ropas estaban estiradas bajo su cuerpo, protegiéndola de la hierba, pegajosa y en ocasiones punzante, y los ropajes de Snape estaban tirados en cualquier lado, y el mismo destino tuvieron sus pantalones, estorbo que solucionó Snape en un momento, mientras ella acariciaba su vientre y su pecho musculado.

Mmmm... qué cuerpo más.. delicioso... - susurró Ginny cuando lo tocó por primera vez.

Las ropas que siempre llevaba el profesor engañaban, pues escondían un cuerpo perfecto, trabajado y fibroso, con músculos que no llegaban a estar demasiado marcados, así que era realmente perfecto. Tenía algo de vello en el pecho, suave y algo rizado, de los que ella se agarró al notar cómo él volvía a meter sus largos y finos dedos en su sexo. Boqueaba intentando encontrar aire que respirar, mientras su cuerpo se curvaba hacia atrás, dejándose llevar por aquel bendito placer.

¡¡Por favor!! ¡¡Por FAVOR!! ¡¡Deja de jugar conmigo, no puedo MÁS!! ¡¡Quiero ser tuya YA!! – le espetó Ginny, sintiendo cómo se mareaba por momentos, cayendo en un vertiginoso remolino de sensaciones.

Snape seguía moviendo sus dedos en su interior, cada vez más rápido, concentrándose en la mirada perdida de la chica, y escuchándola.

Volvió a sonreír de aquella manera tan endiablada que sólo él podía tener, y paró en seco, deslizándose por fín encima de ella.


Capítulo 09 Ron

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