miércoles, 1 de agosto de 2012

Un beso extraño

Draco abandonó a la chica a su suerte, y caminó apresuradamente hacia donde había visto que desaparecían profesor y alumna.

No tardó en divisar un trozo de la capa de Snape, que ondeaba sinuosamente, escondiéndose tras una esquina, y se dirigió presuroso hacia allí. La curiosidad podía con él, y esperaba presenciar un buen espectáculo, aunque no entendía el proceder de Snape, que en vez de poner fin a la escapada de Ginny, dejaba que recorriera la soledad de Hogwarts.

Al doblar el recodo del pasillo por dónde había desaparecido Snape, escuchó unos sollozos amortiguados, que provenían del pequeño jardín que había a su derecha.

Se dirigió lentamente hacia allí, esperando ver en cualquier momento a una Ginny derrotada, y a Snape ideando algún tipo de castigo humillante.

Cuál no sería su sorpresa cuando divisó a una muchacha sola, sentada en el banco de piedra, que sollozaba lánguidamente. Su pelo revuelto caía como una cascada sobre su cara, que aparecía totalmente escondida.

Draco se acercó a ella, intentando distinguir su silueta, sobre la que jugueteaban pequeños rayos de luna que conseguían atravesar el techo del kiosco de roca, por el que avanzaba una voluptuosa enredadera llena de follaje del color del otoño, con pequeños capullos semiabiertos de flores de llamativos colores escarlata y púrpura.

La chica levantó la vista asustada, al oír el crujir de las ramas secas que Draco pisaba sin tiento.

Por un momento sonrió esperanzada, imaginando a Ron ante ella, pero a quién vió no era precisamente a su príncipe azul.

Mas bien era un mensajero de la parca, que se acercaba peligrosamente a ella.

Vaya, vaya.... ¡¡Pero si es la rata-Granger!! ¿Qué haces aquí sola, sangre sucia? – silabeó Draco, intentando saborear esas palabras, que por alguna razón le dejaban un mal sabor de boca.

Hermione lo miró por unos instantes, demasiado cansada como para contestar, y volvió a bajar la mirada, intentando contener las lágrimas para que Draco no tuviera más excusas para meterse con ella.

Ni siquiera le había molestado los improperios con los que él la había saludado ; sólo estaba triste y cansada. Sola.

El esbelto Slytherin la miró con asombro, sin saber qué decir.

"Ni siquiera se ha molestado en responderme... ¿Qué pasa aquí? "– pensó mirándola de reojo - ¡¡Ah, claro!! ¿Te has peleado con tu pobre pelo-de-estropajo-Weasley, Granger? ¿Ya te has dado cuenta de con quién debes estar, niña? – le dijo remarcando las palabras con tono desagradable.

Hermione suspiró, abriendo los ojos como platos, que se tiñeron de apagado dolor ; mas no dijo nada. No se asemejaba en nada a la Hermione de siempre, no tenía el acostumbrado carácter fuerte que la hacía solventar cualquier problema.

Y eso a Draco le molestaba someramente.

Oh, vamos, ¡¡Granger!! ¡¡Respóndeme!! ¡¡Me aburres!! ¿Es que tienes que dejar de ser tú misma por un mísero chico, que ni siquiera es un hombre? – El chico se impacientaba por momentos ; no le hacía ni pizca de gracia tratar con una Hermione tan distante.

¡¡Deja de estar así!! ¡¡NO lo soporto!! ¿¿Porqué tienes que dejar que te duela tanto?? –

Giró sobre sus talones, dispuesto a irse de allí y dejarla sola con su pena, pero notaba la mirada de la chica sobre él, y paró en seco, suspirando.

Su mente se dividía en dos en aquel momento ; toda una vida dedicada a ser igual que su padre : desleal, frío, sin compasión, aborrecible... y realmente le disgustaba ese comportamiento, tener que seguir unas estúpidas reglas y estar obligado a ser cruel y despiadado ; cosa que no le granjeaba ningún tipo de beneficio, excepto las migajas proporcionadas por su padre.

Estaba muy cansado de aquel tipo de vida, aunque ya no sabía ser de otra forma, inconscientemente se movía, hablaba, trataba y maquinaba de igual forma que la que le habían inculcado desde su infancia.

Y cuanto más conciencia tomaba de su vida, mayor era el asqueo que sentía por ella.

En resumidas cuentas, no sabía qué hacer, si seguir su camino y abandonarla sin más, sin mirar hacia atrás, o volver a su lado, lo cual le tentaba.

Suspiró largamente, y se dió la vuelta lentamente, observando a la chica, que lo miraba distraídamente, con lágrimas resbalando por sus mejillas.

El rubio platino se acercó a ella, arrodillándose cuando estuvo a su altura, y acariciándole la mejilla con los dedos, hizo un gesto que les sorprendió a los dos, pues acercó sus labios a su piel, besando sus lágrimas.

Los ojos azul eléctrico del chico se perdieron en las pupilas chocolate de Hermione, que lo miraba con curiosidad.

Sentía su desgana, ni siquiera le molestaba que Draco hubiera llegado hasta ese extremo, no le apetecía deshacerse de aquella mirada y aquellas caricias.

Respiraba algo agitada, ofuscada por el extraño sentimiento que la embargaba.

Ron aún divagaba por su cabeza, pero Draco inhibía aquella tristeza que la había superado.

Draco se sentó lentamente a su lado, moviéndose lánguidamente, sin separar la mirada. Entreabrió los labios con intención de decir algo, pero se quedó a medias, atraído por los labios de Hermione, jugosos y rojos cual fresones maduros.

Se preguntó si sabían tan dulces, y, sin pensarlo dos veces, acercó sus también carnosos labios, que siempre camuflaba tras una desagradable mueca, rozando levemente los labios de la muchacha, que no le rechazó.

Fué un beso electrizante.

Hermione sentía cómo el vello se le erizaba, tenía la piel de gallina, que temblaba al sentir el suave roce del chico, del que nunca habría imaginado fuera tan amable y dulce como se estaba mostrando aquella noche.

Por su parte, Draco se sorprendió, al sentir algo muy distinto a lo que experimentaba cuando estaba a solas con alguna de las chicas que le perseguían.

Le tentaba el recorrer la piel de la muchacha, pero se aguantó las ganas, tratándola con más delicadeza de la que nunca había empleado con las otras, que ahora sólo formaban parte de un recuerdo que parecía ya ser muy lejano.

Acarició su pelo, suelto y largo, entreteniéndose en los bucles que lo rizaban por doquier, mientras que con la otra mano acariciaba la pequeña mano de Hermione, que temblaba suavemente al contacto de aquella piel suave y pálida.

Recostó su cabeza en el hombro de Draco, mientras se fundían en un beso mucho más largo y profundo, acercando sus cuerpos cálidos cada vez más....


Capítulo 07 Desengaños

No hay comentarios:

Publicar un comentario